El control químico es una de las principales estrategias para el control de plagas en los cultivos; sin embargo, el uso constante de insecticidas de amplio espectro pone en riesgo la vida de insectos benéficos como los polinizadores. Por este motivo, es fundamental considerar su toxicidad para diseñar programas de Manejo Integrado de Plagas (MIP) que, además de controlar, garanticen una adecuada polinización y producción.
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